miércoles, 14 de noviembre de 2018

Comentario de un poema: «En tanto que de rosa y de azucena», de Garcilaso de la Vega


Autor y época
Garcilaso de la Vega nace en Toledo en fecha todavía desconocida (la crítica ha señalado tres años distintos: 1498, 1501 y 1503) y muere en Niza en 1536, debido a una herida recibida en la toma de una torre.
Personaje ilustre en su época, destacó como cortesano, con grandes aptitudes para la música y, especialmente, para la poesía, y como soldado: en varias ocasiones recibió heridas en batalla, sufrió pena de destierro y, finalmente, fue nombrado Maestre de Campo por el Emperador en el año de su muerte. También ocupó el cargo de Regidor de la ciudad de Toledo y realizó numerosos viajes por su condición de hombre de la Corte y militar. Estos influyeron considerablemente en su trayectoria literaria por el contacto que estableció con humanistas y escritores; cabe destacar su viaje a Italia en 1529 acompañando a Carlos V, y la estancia en Nápoles en 1532 condenado a destierro.
En 1525 se desposa con Elena de Zúñiga, con quien tendrá cinco hijos. Pero Garcilaso, inmerso en un matrimonio de conveniencia, no fue hombre de una sola mujer: de talante enamoradizo, contó entre sus amadas o enamoradas con Guiomar Carrillo, Beatriz de Sa e Isabel Freire. Esta última, dama portuguesa casada, es el referente de muchos de sus versos, entre los que destacan los de la pena de ausencia tras su muerte, acaecida en 1534.
El conjunto de su poesía, de enorme belleza, está considerada una autobiografía erótica, aunque presenta diversos temas, como la muerte de su hermano Hernando (Soneto XVI), asuntos militares (algunos sonetos y la Elegía II, sobre la toma de La Goleta en 1535), el destierro (Canción III)...
La época de Garcilaso coincide con el inicio de lo que ha venido a llamarse Siglo de Oro, que corresponde con los años transcurridos entre 1492 (descubrimiento de América y publicación de la primera Gramática castellana, de Nebrija) y 1681 (muerte de Calderón de la Barca). Se trata del Renacimiento, periodo de expansión política caracterizado por la evolución del ámbito urbano y la pujanza de la burguesía, una visión del mundo antropocéntrica y una cultura humanista, y el desarrollo científico y artístico, así como la aparición de nuevas estéticas y géneros literarios.

Contenido: asunto y tema
Esta composición es una descripción de la belleza de una joven y una invitación a que disfrute de la juventud antes de que llegue la vejez.
En la primera estrofa hace una descripción física: el color del rostro blanco como la azucena con las mejillas rojas, y la mirada a un tiempo pasional y decorosa. El segundo cuarteto recrea el cuello de la dama con la imagen del cabello rubio agitado por el viento. La tercera estrofa identifica la juventud con la primavera y el dulce fruto, y recoge la invocación a aprovechar el momento de esplendor antes de que aparezca la vejez, relacionada con el tiempo airado del invierno e identificada por las canas en la cabeza. El poema concluye con un terceto que reflexiona sobre el avance inexorable del tiempo que destruye la juventud, la rosa.
Se puede afirmar que el tema es el paso del tiempo y se plasma por medio de una naturaleza bella e idealizada, característica del neoplatonismo de la época, y a través de tópicos latinos propios del Renacimiento como el carpe diem (aprovecha el momento) y el collige virgo rosa (coge virgen la rosa), que tratan de transmitir el mensaje de vivir el presente.

Métrica
Este poema es un soneto, formado por 14 versos endecasílabos, que se organizan en dos cuartetos y dos tercetos, de rima consonante: ABBA ABBA CDE DCE.

Estilo y recursos literarios
En cuanto al estilo, Garcilaso se vale de la utilización de un personaje como receptor directo de sus palabras, una joven, de modo que el autor queda en un segundo plano, más distanciado, como emisor de un mensaje mediante el que pretende que ella aproveche su juventud, a la que remite por la descripción física y las referencias directas a ese periodo de la vida. La naturaleza, con la que se identifica el físico de la mujer, es descrita de manera idealizada, estilizada, pues se destacan los aspectos más positivos, la belleza.
El tiempo verbal predominante en los dos cuartetos es el presente, que se refiere a la primavera de la dama, a la descripción de la belleza de su juventud. El primer terceto arranca, sin embargo, con un imperativo, elemento central de la composición, con el que el autor focaliza la atención sobre el personaje principal, al que se dirige el soneto, y con el que expresa la intención del poema: el mandato o ruego del carpe diem. Y, finalmente, los tres últimos versos proyectan a través del tiempo futuro lo que será el porvenir, el invierno de la vejez.
Es destacable la carga adjetival y el uso de un lenguaje culto, florido y preciso, pero con un tono sereno, quizá algo pesimista en la reflexión final de la última estrofa.
En cuanto a recursos estilísticos, podemos destacar la anáfora en el inicio de los dos cuartetos, ese «en tanto que», que se refiere a la descripción de la amada durante el momento de su lozanía, con insistencia en la cuestión temporal, el «mientras». También es remarcable la gradación ascendente (sucesión de términos en un determinado orden expositivo) en el verso octavo, con el avance desde la acción del viento a la sugerencia de ese desorden en la armonía y el equilibrio de la belleza. Por otra parte, los hipérbatos (desorden de la estructura sintáctica natural de la oración) en los versos 4.º, 12.º y 13.º parecen deberse más a una necesidad derivada de la rima que a una cuestión expresiva; lo mismo ocurre en el segundo cuarteto, muy enrevesado sintácticamente.
En la descripción física, Garcilaso se vale de un buen número de metáforas que identifican, a través de un juego de imágenes, la naturaleza y dos estaciones del año con la mujer en dos momentos de su vida. De este modo, se establecen las correspondencias entre la alegre primavera y la juventud, el tiempo airado y el viento helado del invierno y la vejez, y la plasticidad visual del color rojo de la rosa y las mejillas, el blanco de la azucena y el rostro, el amarillo del oro y el cabello, y el blanco de la nieve y las canas en la hermosa cumbre de la cabeza.

Opinión personal
«En tanto que de rosa y de azucena», de Garcilaso de la Vega, es un soneto clásico, porque, pese a que hayan pasado casi cinco siglos desde que se escribiera, sigue presentando un mensaje actual, que se transmite a través de la identificación de la belleza de la mujer con la de la naturaleza, y de la sencilla relación entre las edades del hombre y las estaciones del año. De este modo, el poema desarrolla su idea principal más sobre el plano sensorial que sobre el intelectual, aunque el autor termina con un juego de palabras (el verbo ‘mudar’ y el sustantivo ‘mudanza’) que concluye en una reflexión general sobre el paso del tiempo.
También cabe señalar que en una época como la nuestra, en la que buena parte de la poesía más difundida expone una gran carga sexual, resulta especialmente interesante la delicadeza y elegancia con que en este soneto se describen el cuerpo, el deseo y la pasión sin por ello renunciar a la sensualidad.